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Por qué los adultos aprenden más rápido de lo que creen: mitos sobre la memoria y la edad

25 octubre , 2025  

Estamos acostumbrados a pensar que aprender es cosa de jóvenes. Que después de los 30 el cerebro comienza a «cubrirse de musgo» y que las nuevas palabras en inglés se memorizan peor que las contraseñas de Wi-Fi. Pero la verdad es muy diferente: los adultos no solo pueden aprender, sino que a menudo lo hacen de manera más eficaz que los estudiantes. Y si alguna vez has estudiado siendo adulto, sabes que hay algo mágico en ello.

Este artículo trata sobre cómo funciona nuestro cerebro en la edad madura, por qué la frase «ya soy demasiado mayor para aprender» es solo un mito y cómo aprovechar las ventajas de la edad adulta para aprender idiomas, habilidades profesionales o cualquier nueva área de la vida.

Mito 1: «Los adultos tienen peor memoria»

Esto no es cierto, simplemente los adultos recuerdan de otra manera.

La memoria no es un armario que se llena con el tiempo y en el que ya no cabe nada más. Se parece más a una casa antigua, en la que hay que colocar las cosas nuevas de forma lógica, en habitaciones que ya conocemos.

Los adultos tienen conexiones asociativas más desarrolladas: comprendemos más rápidamente a qué pertenece la nueva información y cómo aplicarla. Por ejemplo, si eres contable y empiezas a aprender inglés, recordarás las palabras budget, invoice, revenue mucho más rápido que un adolescente que nunca ha visto documentos reales en su vida.

Caso práctico:

Oksana, de 42 años, directora de marketing, al comienzo del curso de inglés se quejaba de que «se le olvidaba todo». El profesor sustituyó los diccionarios tradicionales por ejemplos de su trabajo: brand awareness, target audience, customer journey. Al cabo de tres semanas, ella misma empezó a incluir términos ingleses en sus informes. Su cerebro simplemente entendió para qué se necesitaban esas palabras.

Así que el secreto no está en la edad, sino en el contexto. El cerebro adulto no le gusta la información inútil, pero si ve una utilidad práctica, la memoriza con una rapidez asombrosa.

Mito 2: «Después de los 40 no se aprende nada nuevo»

El cerebro no envejece, se reestructura.

En la madurez, disminuye la cantidad de neuronas nuevas, pero a cambio se fortalecen las conexiones entre las antiguas. Es como tener menos carreteras nuevas, pero más fiables. Por eso, un adulto es capaz de integrar rápidamente nuevos conocimientos en el sistema existente.

Las investigaciones muestran que las personas mayores de 40 años aprenden mejor conceptos complejos porque se basan en la experiencia y no en la memorización. Por eso, a menudo no aprenden «mecánicamente», sino comprendiendo la lógica.

Caso práctico de cursos de inglés:

Igor, de 48 años, especialista en TI, comenzó a estudiar inglés para pasar a trabajar con clientes extranjeros. Al principio temía que fuera «demasiado tarde». Pero a los cinco meses ya empezaba a leer foros técnicos en inglés. Como él mismo confesó: «No aprendo, entiendo cómo funciona». Su pensamiento lógico le permitió crear una estructura en la que encajaban los nuevos conocimientos.

Los adultos aprenden muy bien cuando ven un sistema. Y si el curso o el profesor ayudan a construir ese sistema, la velocidad de asimilación de los conocimientos crece de forma exponencial.

Mito 3: «Los niños tienen una mejor pronunciación, por lo que los adultos no pueden hablar como los nativos».

La verdad es que los adultos no son peores, simplemente se exigen más a sí mismos.

Un niño no piensa: «¿He dicho bien?», simplemente repite. Un adulto analiza, compara y teme equivocarse.

Cuando se elimina esta barrera, los adultos hablan perfectamente. La memoria muscular se forma a cualquier edad, solo se necesita regularidad y no tener miedo a sonar raro.

Caso:

Mikhail, 36 años, médico, pospuso las clases durante años porque «su pronunciación era horrible». Pero después de varias clases con un profesor que convertía la práctica en un juego (imita el acento, interpreta el papel, exagera!), Mikhailo empezó a reproducir las entonaciones británicas de tal manera que sus compañeros le pedían que repitiera. Su «pronunciación horrible» se convirtió en un poder escénico.

La pronunciación no es una cuestión de edad, sino de desinhibición emocional.

Mito 4: «Los adultos son lentos porque tienen demasiadas responsabilidades»

Sí, los adultos tienen trabajo, familia, plazos, créditos y un perro que no les deja irse de vacaciones. Pero eso es precisamente lo que los convierte en alumnos más eficaces.

Los adultos no tienen tiempo para «sentarse a estudiar», por lo que buscan formas de aprender de manera más inteligente, no durante más tiempo. Planifican mejor, conocen sus puntos débiles y pueden tomar decisiones: «Esto lo necesito, esto no».

Caso práctico:

Marina, de 33 años, directora de RR. HH., solo tenía 20 minutos al día para hacer los deberes. Utilizaba podcasts en inglés de camino al trabajo y sesiones breves en línea una vez a la semana. En seis meses aprobó el IELTS con una nota de 6,5. No porque tuviera tiempo, sino porque trabajó de forma estratégica.

Un enfoque adulto del aprendizaje no es sinónimo de lentitud, sino de eficacia.

Mito 5: «Si no se empieza en la infancia, hay pocas posibilidades»

Este mito es especialmente persistente. Nos enseñaron que los niños lo absorben todo como una esponja. Pero una esponja absorbe sin discernimiento, mientras que un adulto lo hace de forma consciente.

Es cierto que los niños copian rápidamente los sonidos, pero no siempre comprenden el significado. Los adultos pueden aprender menos, pero comprenden la estructura, la lógica y el contexto, lo que les permite asimilar los conocimientos de forma mucho más profunda.

Caso:

Oleg, de 55 años, propietario de una empresa, decidió mejorar su inglés porque sus clientes se habían internacionalizado. Empezó desde cero, aunque pensaba que ya era «demasiado tarde». Al cabo de un año, dio una conferencia en Polonia en inglés. Como él mismo dijo: «No aprendí el idioma, construí puentes entre lo que ya sabía y lo que aún no sabía».

Los adultos no son «alumnos lentos», son ingenieros de su propio conocimiento.

Cómo aprender de forma más eficaz siendo adulto

Ahora que hemos aclarado que la edad no es una sentencia para el cerebro, hablemos de cómo aprender de forma inteligente.

  1. Encuentre el sentido.
    El cerebro de un adulto funciona según el principio «¿para qué me sirve esto?». Si no ve la utilidad, no memoriza. Por lo tanto, establezca objetivos claros: «aprenderé inglés para pasar a un proyecto in
    ernacional» o «para ver series sin subtítulos».
  2. Aprenda a través de la experiencia.
    Todo lo que pueda relacionarse con su vida se graba más profundamente. Si se está preparando para un viaje, aprenda vocabulario relacionado con los viajes; si trabaja en TI, aprenda inglés técnico.
  3. Utilice el idioma a diario.
    No «aprenda», utilícelo. Escribe notas breves en inglés, pon recordatorios en tu teléfono en un idioma que no sea tu lengua materna, escucha podcasts, aunque sea de forma pasiva.
  4. No tengas miedo a cometer errores.
    Los errores son la prueba de que estás pensando. Los niños no aprenden hasta que cometen errores, y los adultos tampoco.
  5. Recuerda las emociones.
    Cuando algo provoca una emoción (risa, sorpresa, orgullo), el cerebro libera dopamina y memoriza mejor. Por eso, el aprendizaje debe ser agradable, no una tortura.

Cuando el aprendizaje se convierte en terapia

Hay otra cosa inesperada: para muchos adultos, el aprendizaje se convierte en una forma de recuperar la sensación de juventud.

Durante el aprendizaje, el cerebro crea nuevas conexiones, un proceso que literalmente rejuvenece. Las personas que siguen aprendiendo después de los 40 años tienen un menor riesgo de deterioro cognitivo, una mejor concentración e incluso un mejor estado de ánimo.

Es más, en la edad adulta, el aprendizaje se convierte a menudo en un apoyo psicológico. Cuando una persona ve que puede aprender algo nuevo, incluso un idioma o un instrumento, su autoestima aumenta y aparece la confianza: «Todavía puedo».

Una generación que aprende a pesar de todo

Vivimos en una época en la que el aprendizaje no tiene que ver con la edad, sino con la flexibilidad. La gente cambia de profesión después de los 40, lanza startups después de los 50 y empieza a aprender idiomas a los 60, no por trabajo, sino simplemente por placer.

Nuestros cursos de inglés a menudo son testigos de historias increíbles:

— Una mujer de 57 años que aprendió inglés para comunicarse con su nieta en Canadá.

— Un hombre de 61 años que vino a clase porque soñaba con viajar sin intérprete.

— Una madre de tres hijos que estudió inglés comercial para desarrollar su propia marca.

Y en todos los casos, la motivación no es «ser mejor», sino vivir más plenamente.

Cómo cambia la motivación con la edad

Los niños aprenden porque «hay que hacerlo». Los estudiantes, porque «hay que aprobar». Y los adultos, porque ellos mismos lo han elegido. Y eso es precisamente lo que hace que su camino sea estable.

Un estudiante adulto rara vez abandona los estudios por cansancio. Puede hacer una pausa, pero vuelve. Porque sabe que no lo hace por la nota, sino por sí mismo. Y eso es una gran ventaja.

Cuando una persona aprende conscientemente, el proceso no solo es productivo, sino también profundamente humano.

Conclusión: la edad no es una barrera, sino una ventaja

Los adultos aprenden más rápido de lo que creen porque:

● tienen experiencia, lo que les ayuda a estructurar el conocimiento;

● son capaces de fijarse metas y evaluar el progreso;

● saben aprender de forma significativa, a través del contexto;

● no temen la responsabilidad, simplemente actúan.

El cerebro no «envejece», se adapta. Y cuanto más lo entrenamos, mejor funciona.

Cuando alguien te diga: «El aprendizaje ya no es para ti», sonríe. Porque cada nueva palabra, habilidad o descubrimiento es una prueba de que tu cerebro vive, crece y crea el futuro, independientemente de tu año de nacimiento.

Estudiar después de los 30, 40 o 60 no es una cuestión de edad. Es una cuestión de dignidad, valentía e interés por la vida. Y si existe ese interés, el cerebro siempre encontrará el camino.

 

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