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Los ucranianos siguen siendo el mayor grupo bajo protección temporal en Europa: en agosto su número aumentó en otras 31.000 personas

28 octubre , 2025  

Según Eurostat, a finales de julio de 2025 hay 4.373.455 ciudadanos de Ucrania bajo protección temporal en los países de la UE. En un mes su número aumentó en 30.980 personas, es decir, aproximadamente un 0,71 % en comparación con el nivel de junio; la dinámica es moderada pero estable, lo que indica un desplazamiento de personas en busca de seguridad que se mantiene, aunque sin picos. La abrumadora mayoría de los beneficiarios de este régimen —alrededor del 98,4 %— son precisamente ucranianos, lo que hace que el grupo de receptores de ayuda sea extremadamente homogéneo y exige medidas de integración focalizadas.

La distribución por países sigue concentrada: la carga principal recae en Alemania, Polonia y Chequia. En Alemania se encuentran unas 1.196.645 personas —en torno al 27,8 % del total—; en Polonia —unas 992.505 personas (aproximadamente el 23 %)—; en Chequia —unas 378.420 personas (alrededor del 8,8 %)—. En conjunto, esto supone casi tres quintas partes de todos los beneficiarios de protección, por lo que son precisamente estas economías y sus sistemas sociales los que reaccionan primero a cualquier cambio en el flujo de llegada: en las grandes aglomeraciones se agudizan los problemas de accesibilidad a la vivienda, crece la necesidad de plazas escolares y cursos de idioma, y los presupuestos municipales se enfrentan a obligaciones continuas.

En tales condiciones, la política de acogida se desplaza inevitablemente hacia la agenda de integración. Pasan a primer plano el reconocimiento acelerado de cualificaciones, los programas intensivos de idioma, el acceso a guarderías y escuelas, así como los instrumentos de recualificación. El mercado laboral se convierte en el principal amortiguador: cuanto más rápido pasan las personas al empleo formal, menor es la carga presupuestaria y más perceptible el efecto multiplicador sobre la demanda interna. Al mismo tiempo, la cuestión de la vivienda sigue siendo el riesgo clave: la concentración en las regiones capitalinas e industriales empuja las rentas al alza y aumenta la tensión social. Respuestas eficaces parecen ser las subvenciones de alquiler dirigidas, la renovación acelerada y la construcción de vivienda social, así como una distribución más uniforme de los alojamientos entre los municipios.

Por último, la previsibilidad de la financiación y la coordinación interinstitucional a nivel de la UE y de los gobiernos nacionales se vuelve críticamente importante. Incluso con el actual aumento mensual “suave”, las fuentes de financiación poco fiables convierten rápidamente una situación gestionable en un problema para los presupuestos locales. En el horizonte de los próximos meses, los indicadores clave de resiliencia serán los ritmos de crecimiento de los beneficiarios de protección, la proporción de personas empleadas, los indicadores de integración escolar y preescolar, la dinámica de las rentas en las regiones de concentración y la rapidez de la transición de medidas de emergencia a programas a largo plazo. En conjunto, el panorama de un crecimiento estable pero continuado, con alta concentración en Alemania, Polonia y Chequia, exige trasladar los esfuerzos de la ayuda a corto plazo a la integración sistémica: precisamente esto permitirá reducir los costes presupuestarios y transformar la respuesta humanitaria en un resultado socioeconómico sostenible.

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